Lo primero que habría que preguntar es ¿qué tipo de inconvenientes, en el desarrollo de nuestros planes y en la política de producción, tenemos como miembros de la OPEP? Venezuela ha venido produciendo a niveles importantes sin que la OPEP haya sido un obstáculo para ello. Si la demanda continúa creciendo, nuestro país podría ir aumentando la producción proveniente de los planes de expansión. Si, llegado el caso, el potencial de producción alcanza niveles importantes y las políticas de la OPEP nos impiden producir de acuerdo a nuestros intereses, habría que analizar entonces si nos conviene o no continuar como miembro de la Organización.
En todo caso no parece conveniente a nuestros intereses, ni tampoco sensato, debatir estos asuntos de manera permanente, o en forma cíclica como ha venido ocurriendo en años recientes. No debemos olvidar que por naturaleza democrática de nuestro sistema, Venezuela es el único país de la OPEP donde estos asuntos se ventilan abiertamente. Eso no es malo pero debemos comprender y aceptar que existen razones de conveniencia de Estado que desaconsejan discutir temas, tal como los niveles de producción, de una manera abierta cuando las circunstancias no lo permiten. En la actualidad estamos convencidos que una retirada de Venezuela de la OPEP seria inconveniente a nuestros intereses. El caso de nuestro país no es el de un productor marginal de poca importancia en los mercados internacionales. Se trata del país que posee las reservas de petróleo más importantes del hemisferio occidental y quizás las mayores que existen fuera del área del Golfo Pérsico.
Una retirada de Venezuela sería un serio golpe para la OPEP, para los países petroleros en general y para nuestro propio país. Sobrevendría el desorden y la anarquía en el mercado y los precios sin duda que colapsarían afectando seriamente los ingresos tan necesarios en estos tiempos de escasez. Hemos aprendido a convivir en la OPEP con países de historia, costumbre, religión e intereses políticos distintos a los nuestros. El balance de esa convivencia ha sido positivo y conveniente a nuestros intereses. De lo que se trata entonces es de ser prácticos y racionales y colocar en la balanza los pros y los contras que significan para Venezuela ser miembro de la OPEP. Es decir, en resumidas cuentas, un análisis de costo-beneficio. Si los beneficios son mayores que los inconvenientes debemos permanecer en la OPEP. Llegado el momento en que sean mayores los inconvenientes, entonces si deberíamos pensar seriamente en abandonar la Organización. Habría que esperar para ver, analizar y decidir.
La participación venezolana dentro del mercado petrolero mundial ha descendido de manera incesante entre los años 60 y 70. Cambiando de ser el primer país exportador de petrolero del mundo a ubicarse en el quinto lugar. De esta manera sin poder alcanzar los niveles de producción para esa época. ¿Qué sentido tiene defender un precio petrolero determinado a costa de reducir la producción, cuando tenemos unas inmensas reservas que pueden dejar de ser económicamente explotables antes de agotarlas? Reflexión importante y objetiva, sobre todo sí pensamos en una sociedad global cada vez más preocupada por la generación de energías limpias donde el futuro del petróleo no es prometedor.
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